Paris - Palermo. Dialogues de láu-delà.
Descender a las ciudades de los muertos, a las catacumbas, genera una experiencia de carácter extraordinario. Habitualmente las visitas al cementerio se efectúan a lo largo de pasillos definidos por cipreses, u otro tipo de vegetación, se observan lápidas, tumbas... El recorrido por las catacumbas ofrece otro tipo de vivencia, se entra directamente en el interior de la sepultura, encontrándote cara a cara con los difuntos. Sin poder apartar la mirada.
Las catacumbas de París y Palermo son lugares muy diferentes. Mientras que en la capital francesa se aprovecharon los túneles de la antigua mina de la ciudad para resolver el problema del exceso de cadáveres, en Palermo se encuentran bajo el Monasterio de los Capuchinos. En París el recorrido se efectúa a lo largo de pasillos que acumulan huesos y calaveras anónimas, salvo algunos casos concretos. En Palermo, los cadáveres son, los mejor conservados, aún reconocibles por encontrarse embalsamados y vestidos con su propia indumentaria, estando en muchos casos identificados. El almacén de huesos sin nombre amontonados se contrapone a las evocaciones que producen los muertos identificados, cristalizados para siempre en su rictus mortuorio.